- Hay una aflicción silenciosa,
- Una emocionalidad herida de las personas,
- Una sensación de impotencia callada, porque no se puede dialogar con la naturaleza,
- Una toma de conciencia triste de que este es el destino de nuestro país. Destino que se repite cada 5 años con menor envergadura (estoy segura que el mundo no sabe que hubo un terremoto en Tocopilla hace aproximadamente 4 años), y cada 50 años con carácter de cataclismo como este 27 de febrero.
Todos pensamos, para nosotros mismos, que falta poco tiempo para que sea el turno del tercio norte de nuestro páis. Sabemos que habrá, sí o sí, un terremoto cón carácter de cataclismo en la zona norte, en un plazo que se acorta cada vez más. Hace aproximadamente 5 años que se sabe que esa zona está dentro del período fatal de la acumulación de presiones en la placa de Nazca, que es la que recorre Chile.
Los terremotos no pueden predecirse CUANDO ocurrirán, pero si se conocen los períodos en que hay una llamada "ventana sísmica" (tramo en que no ha habido una descarga de la tensión entre las placas). El norte del país está en uno de esos períodos y todos nosotros sabemos lo que esto significa.
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